En la consulta a diario me llegan personas que me comentan que siempre han estado a dieta. Desde aquel primer régimen que hicieron de jóvenes donde perdieron 5 kilos en un mes, algo imposible de volver a conseguir, su vida se ha convertido en un constante subir y bajar de peso.
Hemos convertido la dieta en una estrategia para manejar el estrés interno y externo de vivir en una sociedad obesogénica con un arraigado culto al cuerpo.
Lo que vemos y lo que nos dicen en las redes sociales, los medios de comunicación, el entorno social y familiar y hasta la sanidad, nos generan un estigma social que hace que estemos conviviendo una y otra vez con emociones como la culpa, la vergüenza, la frustración, de no ser lo suficiente delgada para gustar, porque ya no sé ni siquiera si me gusto a mi misma.
Esto nos llevan al pozo sin fondo de las dietas. Una y otra vez. Empiezo a morirme de hambre, a comer cosas que no disfruto con único fin, gustar a los que me llevan a hacerlo. Mientras voy consiguiendo el peso me siento bien, motivada, contenta para seguir unos hábitos que tienen un final, el día que consiga el peso (con suerte) o el que me canse de comer de esa forma que detesto y mucho menos cuida. Todo para volver a comer igual o, tal vez peor que antes.
Vuelta otra vez. Y me siento mal. Mi cuerpo no es suficientemente delgado, musculado, estiloso, entonces yo tampoco soy suficiente para nadie.
Y allí me vuelve a perseguir la idea de volver hacer dieta. Y mi cabeza se ocupa solo de eso, mis pensamientos solo giran al rededor de cuando voy a empezar la dieta o qué dieta voy hacer, como una forma de ocupar mi mente y no ocuparme de lo que verdaderamente importa: yo.
Hacer dieta es una forma de evadirme de otras realidades de mi vida. Hacer dieta es lo más cómodo, es no enfrentarse a lo que hay de verdad en mi mundo. Sanar la relación con la comida requiere mucho más compromiso porque tiene que ver con sanar la relación conmigo misma.
Es mucho mas sencillo hacer dieta, por eso las haz hecho una y otra vez, pero tu puedes aprender a estar contigo misma, sin maquillaje y caminar hacia lo que mereces como ser única y maravillosa. A pesar de una sociedad que te pide seguir sus parámetros de belleza, sin verte como persona única.
Se que no es fácil, porque hasta yo misma me he visto tentada muchas veces. Se necesita valentía y mucha compasión para salir de la sociedad de las dietas. Pero es posible y te lo pueden contar todas las mujeres que me han acompañado en este camino.
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