Si has leído mi blog, ya habrás podido entender que la mayoría de las veces no comes por hambre, sino porque a una emoción no resuelta como miedo, rabia, tristeza, frustación o aburrimiento, entre otras, le ponemos el nombre de ansiedad y nos empuja de alguna manera a comer.
También tenemos que reconocer que la comida es un placer, que solo con querer sentirlo nos lleva a comer sin hambre. En este artículo pretendo mostrarte algunas estrategias que puedes seguir para convertirte en una persona más consciente, capaz de observar y regular sus emociones, sin tener que recurrir a la comida.
Date permiso para comer. Aprende a decidir qué comer y disfruta lo que decidas. Si quieres comprobar congnitivamente si lo que estas comiendo es bueno para ti, hazte esta pregunta ¿esto que he elegido para comer me ayuda a cuidarme y respetarme ahora?, esta respuesta es mucho más poderosa de lo que te puedas imaginar.